jueves, 18 de octubre de 2012

Azafatas ligeras de ropa


La aerolínea irlandesa de bajo coste Ryanair, acaba de dar a conocer su calendario de 2013, en el que, según recoge el diario ABC, se incluyen “tres despampanantes azafatas españolas”, todas ellas madrileñas y de 23 años de edad. El calendario del próximo año se promociona como “más picante que nunca” y se venderá a un precio de 10 euros. Los beneficios obtenidos se destinarán a la Fundación TVN, una importante organización de caridad de Polonia. Al parecer, según el diario citado, más de 450 organizaciones benéficas han solicitado la colaboración de la aerolínea. No obstante, ABC no ha incluido en su información ninguna valoración adicional sobre el calendario siempre polémico y denunciado por sexista cada año. Para ABC parece que lo más significativo es que, desde su creación en 2008, los calendarios con azafatas ligeras de ropa han generado más de 600.000 euros para causas benéficas.
 
En este momento en el que vivimos, que pasa por el tamiz económico cualquier asunto, parece que con mencionar la creación de puestos de trabajo o la generación de ingresos, es suficiente para olvidarse de cualquier consideración ética o ciudadana. Véase las noticias sobre Eurovegas  y obtendrán ejemplos recientes: ante la crisis, todo vale si genera dinero. Sin embargo, y como nos recuerda un recurrente eslogan publicitario, hay cosas que no tienen precio.

El calendario de Ryanair es sexista porque utiliza gratuitamente el cuerpo femenino, consolidando estereotipos y actitudes machistas. Esta afirmación, de claridad meridiana para muchas, es discutida con diferentes argumentos. Por ejemplo, que las azafatas que aparecen en el calendario lo hacen voluntariamente. ¡Faltaría más que encima lo hicieran obligadas por su empresa! Pero que un individuo se someta voluntariamente a una práctica no la convierte en recomendable. Que las trabajadoras de la aerolínea no consideren denigrante aparecer en esas imágenes, no cambia una lectura crítica desde un punto de vista estructural.
En la discriminación, y más concretamente en la violencia simbólica que tan bien definió el sociólogo Pierre Bourdieu y que constituye el alimento de la dominación, los sujetos acatan su opresión e incluso contribuyen a su reproducción. De otra forma, el sometimiento de grupos enteros de población, o de la mitad de los seres humanos que habitan el mundo (es decir, las mujeres) ya habría terminado. Casi nunca es de utilidad analizar el sexismo desde el punto de vista del sujeto individual (que puede verse recompensado por la práctica) sino que debemos realizar un análisis desde un punto de vista estructural: ¿qué aporta a la sociedad? Es necesario distanciarse de los sujetos individuales, los que tienen nombre y apellidos, para analizar la realidad desde un punto de vista sociológico y global.


Las mujeres que trabajan como auxiliares de vuelo forman parte de un imaginario patriarcal concreto, como otras profesiones tradicionalmente femeninas. Son mujeres a las que se les supone belleza (en tiempos no tan lejanos era requisito de contratación) y cuya función es servir a unos pasajeros que, hasta fechas recientes, eran sobre todo varones de clase alta, los únicos que volaban cuando ese tipo de viaje era exclusivo y destinado especialmente a los negocios. Las azafatas forman parte de chistes, anécdotas y otros mensajes de cultura popular, asimiladas a mujeres sexualmente disponibles y siempre eróticamente atractivas. Esta lectura patriarcal sigue existiendo en nuestra sociedad, a pesar de la incorporación numerosa de varones a este empleo.
Suele decirse que si el calendario de Ryanair es sexista, también lo son otros realizados por grupos de varones, como los bomberos de diferentes localidades. Sin embargo, para poder analizar con la misma óptica ambas prácticas, deberían contar con el mismo valor social y no es así, porque aun reconociendo que los bomberos pueden ser un referente sexual, lo son siempre de forma “empoderante” y no como servidores de nadie. O dicho de otra forma, solo podemos considerar como inocuo el calendario de Ryanair si la actividad de azafata estuviera “despolitizada” desde el punto de vista del sexismo. Pero el hecho es que no lo está. Y nunca ha sido igualitario tratar de la misma forma lo que es diferente.

1 comentario:

  1. Desde un punto de vista social y/o simbólico nunca ha sido lo mismo ser azafata que bombero, es evidente. Y está por ver hasta dónde, en una compañía con condiciones de contratación y servicios precarios hasta la exageración, cualquier cosa hecha por los trabajadores o trabajadoras es "voluntaria".

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