miércoles, 10 de octubre de 2012

Saltos en el tiempo



María Dolores de Cospedal, ante las críticas recibidas tras su aparición en el Vaticano con mantilla y peineta, se ha justificado diciendo que guardó el protocolo y que “todo lo demás” le parece “una estupidez”. 

La presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha, que ya nos ha obsequiado con esta imagen en otras ocasiones (estrenó el cargo en una procesión) apareció de esa guisa, junto a la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la ceremonia de proclamación de San Juan de Ávila como doctor de la Iglesia, acto que en sí mismo es difícil de encajar en un estado aconfesional como el nuestro. Según Cospedal, para representar adecuadamente a un país “hay que ir adecuadamente vestido”. Se defiende la presidenta en masculino, a pesar de que se refiere a una imagen de alto potencial de feminidad normativa y de mayor potencial simbólico desde el punto de vista político y religioso. Y en la línea del argumentario de su partido, responde a cuestiones de enjundia con desprecio y altanería. 


Será una estupidez para ella pero algunas ciudadanas de a pie nos hemos puesto a temblar. Y por Facebook ya circulan montajes fotográficos que ponen en imagen lo que otras hemos pensado con palabras (les ofrezco algunos en esta entrada, por si no los conocen). Si ir “adecuadamente vestido” es recuperar la mantilla que nuestras abuelas y madres portaron obligadas, como símbolo de sumisión, control y dominio, me pregunto si no estaría bien que, ya que nos aseguran que la igualdad está conseguida, también la porten los representantes del sexo masculino. Eso sí que sería una estupidez que nos ayudaría a entender la gravedad de las imágenes. En la misma foto aparecía el embajador español ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Saénz de Buruaga, a quien seguramente le hubiera sentado como un guante el aditamento. 

La fotografía, al menos desde el punto de vista simbólico, nos retrotrae al nacionalcatolicismo (como han señalado algunos diputados de diferentes partidos políticos) y desde el punto de vista histórico, a la España de los años cincuenta. Es decir, a uno de los periodos de nuestra historia reciente más ominosos para las mujeres. A una España en la que religión y política, de la mano, negaron derechos y oportunidades a casi todas.



Es un hecho que existe una relación directamente proporcional entre el grado de libertad y empoderamiento de las mujeres y el laicismo de los estados. No tienen más que escuchar las noticias. Deberíamos preguntarnos si Cospedal y Santamaría, que son representantes legítimas de todos los españoles, hombres y mujeres, creen representar en ese acto a toda la sociedad. 

Esa imagen de las dos políticas con más poder de decisión y representación de nuestro país da, como poco, miedo. Como nos explicaría nuestras maestras Amelia Valcárcel o Celia Amorós, si la mantilla no está “despolitizada” no podemos portarla como si se tratara una prenda más. Mientras remita a la España más negra que podemos recordar en el pasado reciente, una mujer contemporánea, elegida democráticamente para representar a toda la ciudadanía, no debería aceptar llevarla. A no ser que esté de acuerdo con su significado. Pero esto me da más miedo todavía.

¡Quien ha visto y quien ve a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría! Me gustaría saber lo que opinaría el protocolo vaticano de algunas populares instantáneas de quien entonces estaba en la oposición. La hemeroteca sí que es un objeto mágico que nos permite saltos en el tiempo.


3 comentarios:

  1. Jo Isa! Con lo que me gustan a mi estas dos.....tu también ....jajajajajaja !

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  2. La última foto merece otra entrada en este y en muchos blogs más. Algunas tienen memoria solo para lo que quieren.

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