Era
violencia de género. Tras varias horas de información
confusa sobre el drama sucedido en El Salobral, por fin sabemos que era
violencia de género lo que ha terminado con dos personas muertas y una herida.
Algunas lo habíamos temido desde el primer momento; es sorprendente que todavía
la sociedad, los medios de comunicación y hasta las autoridades sigan sin conocer
los indicadores al respecto.
Esta semana debemos añadir un nombre más al terrible
listado de mujeres asesinadas por los hombres que afirmaban quererlas. Se
llamaba Almudena y tenía 13 años. Su asesino, que acabó suicidándose tras ser
acorralado por la policía, había advertido de que “estaría con ella quisieran o
no” pues la familia de la menor se oponía a la relación que mantenían y la
propia Almudena había expresado su voluntad de romper.
Las amigas de Almudena han contado en las últimas
horas que ella deseaba terminar la relación que mantenía con aquel hombre, 26
años mayor. Pero él no quería asumir el final y la acosaba y
amenazaba. La familia de Almudena interpuso denuncias que no sirvieron para
nada. Según recogen los diarios, porque la relación era consentida.
La mayoría de medios de comunicación han enfatizado
estas últimas horas la cuestión de la minoría de edad como argumento principal
para informar sobre el asesinato. No he visto todavía la etiqueta “violencia de
género” en lo que he leído y escuchado. Los comentarios recientes publicados
en prensa digital se obcecan con la edad de la menor, como si fuera lo más
significativo del caso, cuando su historia no es esencialmente distinta de lo
que sucede con otras víctimas de más edad: ella no quiere seguir, él decide
matarla. No ha matado a otros u otras que podían estar en contra de la
relación. Ha matado a quien decía querer porque ella no deseaba seguir junto a
él. Eso es violencia de género, no un problema de minoría de edad que sería
otra cuestión.
El tratamiento informativo sobre la violencia
machista sigue siendo muy deficiente. La forma en que se está informando sobre
el asesinato de esta menor es un pésimo ejemplo de lo que no se debe hacer:
crónica negra como si de una novela se tratase, nota roja al más puro estilo de
la prensa sensacionalista. Un amor “imposible” por la diferencia de edad, un
amor “legal” si leemos el Código Penal… pero nada sobre “violencia de género”.
Almudena, según sus amigas y su familia, quería
romper con aquel hombre. Y él no estaba dispuesto a acatar el final. Y por eso
la mató. Es una historia de violencia machista de libro: las víctimas de violencia
de género afrontan el momento de mayor vulnerabilidad cuando rompen la
relación; las denuncias sobre amenazas caen en saco roto, especialmente cuando
la mujer implicada es “sospechosa” de algo (en este caso de elegir un hombre
demasiado mayor para ella). Y la sociedad sigue “sorprendiéndose” cuando ocurre
a su lado, como si, una vez más, no fuera la crónica de una muerte anunciada.
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