miércoles, 24 de octubre de 2012

Las cuotas femeninas en Europa


El último informe del Fondo Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) revela que en el índice sobre igualdad de género en España ha caído 14 puestos (del 12 al 26). Este “Informe Global sobre Desigualdad de Género 2012”, califica a los países en función de sus esfuerzos y capacidad para remover la brecha de género, mediante la identificación de cuatro áreas estratégicas: acceso a la salud, a la educación, la participación política y la igualdad económica. Evaluados 135 países, es Islandia el país que consigue la máxima nota, frente a Yemen, que obtiene la más baja. Según dicho análisis, sólo los países nórdicos han logrado combinar la participación laboral de las mujeres, las oportunidades para ocupar puestos de decisión en empresas y política, las menores diferencias salariales entre sexos y una distribución equitativa de las responsabilidades familiares y domésticas. Con todo, reconoce que no se ha alcanzado la igualdad en ningún país del mundo.

El mismo día que se conocía este informe, Bruselas paralizaba la propuesta, liderada por la vicepresidenta de la Comisión Europea y Comisaria de Justicia Viviane Reding, para imponer cuotas de presencia femenina en los Consejos de Administración de las grandes empresas. El colegio de comisarios europeos ya había manifestado su rechazo a una iniciativa que pretendía mejorar la presencia de mujeres en los órganos de decisión empresariales, que en la actualidad es inferior al 14%. Asimismo, países miembros como Reino Unido, Holanda, Bulgaria, Letonia, Lituania, República Checa, Hungría y Malta se habían negado de plano a secundar una Directiva que pretendía entrar en vigor en 2020. Por otro lado, los servicios jurídicos de la Comisión determinaron que una norma europea no podía imponer cuotas a los estados miembros, de forma que únicamente podía fijar los medios para alcanzar determinados objetivos. Por primera vez un asunto ha sido sometido a votación, rompiendo con una práctica de aprobación de las propuestas por unanimidad.
 
La iniciativa de Reding era una respuesta al fracaso de autorregulación propuesto anteriormente, cuando se animó a las grandes empresas europeas a firmar un acuerdo voluntario de incremento de presencia femenina en sus Consejos de Administración de aquí a 2020. La comisaria había esgrimido informes de grandes firmas como Deutsche Bank, McKinsey o Ernst & Young para defender la presencia de mujeres y también señaló que ellas son el 60% de personas con título universitario por lo que considera “una cuestión de justicia que los números se reflejen también en puestos de responsabilidad”. No tuvo éxito. En la misma línea, estudios como las cuatro ediciones del informe de la consultora McKinsey, sugieren que las empresas con hombres y mujeres en la cúpula obtienen mejores resultados que aquellas en las que no hay mujeres. Así que, en tiempos de recesión económica, el asunto supera la cuestión de justicia.

También en España ha fracasado la autorregulación: la Ley de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres, de 2007, recomienda (no obliga ni prevé sanciones) a las sociedades del Ibex 35 y las empresas con más de 250 personas en plantilla, a incluir un 40% de mujeres en sus Consejos de Administración. En 2011, el porcentaje de mujeres era del 10,8%.

La política nos demuestra, una vez más, que la igualdad de género ni está en la agenda ni se considera prioritaria y/o necesaria, a pesar de que pocas personas se atreven a negarla hoy en Europa. Todo el mundo parece estar de acuerdo con que la igualdad es un principio democrático incuestionable. Pero luego, la mayoría se oponen a los instrumentos que permitirían alcanzarla. O estamos por la igualdad o contra ella, no existen posiciones intermedias. Si los informes revelan que existen brechas de género (que además están aumentado en el siglo XXI en lugar de disminuir) no es posible oponerse a mecanismos que permitan remover esa brecha. Es esta una nueva forma de machismo: hablar de igualdad teórica y negar la igualdad real mediante la descalificación de los instrumentos de corrección.

El hecho es que en las estructuras jerárquicas empresariales, cuanto más arriba se sube, menos mujeres se encuentran, salvo en el caso de que sus apellidos coincidan con los de la familia propietaria.  Sin embargo, el debate sobre la existencia de cuotas femeninas es ya muy antiguo y recurrente. Las mujeres suelen rechazarlas porque no quieren que nadie dude de sus cualidades, los varones suelen negarlas para no perder privilegios. Quienes rebaten las cuotas aseguran que las personas deben prosperar únicamente por sus méritos, invisibilizando que no todos los individuos se encuentran en la misma posición social, no todas las personas tienen las mismas oportunidades. Las inercias sexistas (como las xenófobas entre otras) no desaparecen mágicamente. Todos los indicadores de género nos ofrecen una fotografía que cambia poco: existen resistencias al acceso de las mujeres a espacios tradicionalmente masculinos (como el poder) por lo que las candidatas no están en la misma posición de salida. Sugerir que las que tienen méritos llegarán por sí mismas, mediante su talento, es lo mismo que sostener que la igualdad de género ya existe y que por tanto se puede dirimir la tensión en el terreno objetivo. Sin embargo, ningún informe económico, social o político ha admitido todavía que dicha igualdad haya llegado (en ningún lugar del mundo).

La infrarrepresentación femenina en puestos con poder habla por sí misma. Argumentar que las mujeres que aceptan las cuotas son todas incompetentes, otra respuesta habitual, agrede a la inteligencia: si las mujeres europeas, en menos de un siglo y a pesar de los obstáculos, han sido capaces de obtener más de la mitad de los títulos universitarios, seguramente no ha sido por falta de capacidad sino todo lo contrario. El hecho es que, allí donde no hay mecanismos de corrección, las mujeres no alcanzan la representación que merecen por justicia y por talento. Y no lo hacen porque existen obstáculos sexistas que se lo impiden. Todo lo demás es demagogia.

martes, 23 de octubre de 2012

Era violencia de género


Era violencia de género. Tras varias horas de información confusa sobre el drama sucedido en El Salobral, por fin sabemos que era violencia de género lo que ha terminado con dos personas muertas y una herida. Algunas lo habíamos temido desde el primer momento; es sorprendente que todavía la sociedad, los medios de comunicación y hasta las autoridades sigan sin conocer los indicadores al respecto.

Esta semana debemos añadir un nombre más al terrible listado de mujeres asesinadas por los hombres que afirmaban quererlas. Se llamaba Almudena y tenía 13 años. Su asesino, que acabó suicidándose tras ser acorralado por la policía, había advertido de que “estaría con ella quisieran o no” pues la familia de la menor se oponía a la relación que mantenían y la propia Almudena había expresado su voluntad de romper.

Las amigas de Almudena han contado en las últimas horas que ella deseaba terminar la relación que mantenía con aquel hombre, 26 años mayor. Pero él no quería asumir el final  y la acosaba y amenazaba. La familia de Almudena interpuso denuncias que no sirvieron para nada. Según recogen los diarios, porque la relación era consentida. 

La mayoría de medios de comunicación han enfatizado estas últimas horas la cuestión de la minoría de edad como argumento principal para informar sobre el asesinato. No he visto todavía la etiqueta “violencia de género” en lo que he leído y escuchado. Los comentarios recientes publicados en prensa digital se obcecan con la edad de la menor, como si fuera lo más significativo del caso, cuando su historia no es esencialmente distinta de lo que sucede con otras víctimas de más edad: ella no quiere seguir, él decide matarla. No ha matado a otros u otras que podían estar en contra de la relación. Ha matado a quien decía querer porque ella no deseaba seguir junto a él. Eso es violencia de género, no un problema de minoría de edad que sería otra cuestión.

El tratamiento informativo sobre la violencia machista sigue siendo muy deficiente. La forma en que se está informando sobre el asesinato de esta menor es un pésimo ejemplo de lo que no se debe hacer: crónica negra como si de una novela se tratase, nota roja al más puro estilo de la prensa sensacionalista. Un amor “imposible” por la diferencia de edad, un amor “legal” si leemos el Código Penal… pero nada sobre “violencia de género”.

Almudena, según sus amigas y su familia, quería romper con aquel hombre. Y él no estaba dispuesto a acatar el final. Y por eso la mató. Es una historia de violencia machista de libro: las víctimas de violencia de género afrontan el momento de mayor vulnerabilidad cuando rompen la relación; las denuncias sobre amenazas caen en saco roto, especialmente cuando la mujer implicada es “sospechosa” de algo (en este caso de elegir un hombre demasiado mayor para ella). Y la sociedad sigue “sorprendiéndose” cuando ocurre a su lado, como si, una vez más, no fuera la crónica de una muerte anunciada.

jueves, 18 de octubre de 2012

Azafatas ligeras de ropa


La aerolínea irlandesa de bajo coste Ryanair, acaba de dar a conocer su calendario de 2013, en el que, según recoge el diario ABC, se incluyen “tres despampanantes azafatas españolas”, todas ellas madrileñas y de 23 años de edad. El calendario del próximo año se promociona como “más picante que nunca” y se venderá a un precio de 10 euros. Los beneficios obtenidos se destinarán a la Fundación TVN, una importante organización de caridad de Polonia. Al parecer, según el diario citado, más de 450 organizaciones benéficas han solicitado la colaboración de la aerolínea. No obstante, ABC no ha incluido en su información ninguna valoración adicional sobre el calendario siempre polémico y denunciado por sexista cada año. Para ABC parece que lo más significativo es que, desde su creación en 2008, los calendarios con azafatas ligeras de ropa han generado más de 600.000 euros para causas benéficas.
 
En este momento en el que vivimos, que pasa por el tamiz económico cualquier asunto, parece que con mencionar la creación de puestos de trabajo o la generación de ingresos, es suficiente para olvidarse de cualquier consideración ética o ciudadana. Véase las noticias sobre Eurovegas  y obtendrán ejemplos recientes: ante la crisis, todo vale si genera dinero. Sin embargo, y como nos recuerda un recurrente eslogan publicitario, hay cosas que no tienen precio.

El calendario de Ryanair es sexista porque utiliza gratuitamente el cuerpo femenino, consolidando estereotipos y actitudes machistas. Esta afirmación, de claridad meridiana para muchas, es discutida con diferentes argumentos. Por ejemplo, que las azafatas que aparecen en el calendario lo hacen voluntariamente. ¡Faltaría más que encima lo hicieran obligadas por su empresa! Pero que un individuo se someta voluntariamente a una práctica no la convierte en recomendable. Que las trabajadoras de la aerolínea no consideren denigrante aparecer en esas imágenes, no cambia una lectura crítica desde un punto de vista estructural.
En la discriminación, y más concretamente en la violencia simbólica que tan bien definió el sociólogo Pierre Bourdieu y que constituye el alimento de la dominación, los sujetos acatan su opresión e incluso contribuyen a su reproducción. De otra forma, el sometimiento de grupos enteros de población, o de la mitad de los seres humanos que habitan el mundo (es decir, las mujeres) ya habría terminado. Casi nunca es de utilidad analizar el sexismo desde el punto de vista del sujeto individual (que puede verse recompensado por la práctica) sino que debemos realizar un análisis desde un punto de vista estructural: ¿qué aporta a la sociedad? Es necesario distanciarse de los sujetos individuales, los que tienen nombre y apellidos, para analizar la realidad desde un punto de vista sociológico y global.


Las mujeres que trabajan como auxiliares de vuelo forman parte de un imaginario patriarcal concreto, como otras profesiones tradicionalmente femeninas. Son mujeres a las que se les supone belleza (en tiempos no tan lejanos era requisito de contratación) y cuya función es servir a unos pasajeros que, hasta fechas recientes, eran sobre todo varones de clase alta, los únicos que volaban cuando ese tipo de viaje era exclusivo y destinado especialmente a los negocios. Las azafatas forman parte de chistes, anécdotas y otros mensajes de cultura popular, asimiladas a mujeres sexualmente disponibles y siempre eróticamente atractivas. Esta lectura patriarcal sigue existiendo en nuestra sociedad, a pesar de la incorporación numerosa de varones a este empleo.
Suele decirse que si el calendario de Ryanair es sexista, también lo son otros realizados por grupos de varones, como los bomberos de diferentes localidades. Sin embargo, para poder analizar con la misma óptica ambas prácticas, deberían contar con el mismo valor social y no es así, porque aun reconociendo que los bomberos pueden ser un referente sexual, lo son siempre de forma “empoderante” y no como servidores de nadie. O dicho de otra forma, solo podemos considerar como inocuo el calendario de Ryanair si la actividad de azafata estuviera “despolitizada” desde el punto de vista del sexismo. Pero el hecho es que no lo está. Y nunca ha sido igualitario tratar de la misma forma lo que es diferente.

Paren el mundo que me bajo



O yo no entiendo nada o quienes llevan las riendas de este sinsentido no tienen límites en su desfachatez. O quieren hacernos pasar por tontos y tontas o realmente creen que lo somos. Pues como dijo Groucho Marx, que paren el mundo que yo me bajo. 
 


El portavoz del PP en el congreso, Alfonso Alonso, asegura que “en sus tiempos las huelgas las hacían los de Batasuna”, en referencia a la huelga estudiantil convocada por las asociaciones de madres y padres, siguiendo la estela del ministro del ramo, José Ignacio Wert, que les había tachado de radicales entre otras lindezas. Anteriormente, el responsable de la educación en nuestro país, un experto en confundir verbalmente el tocino con la velocidad (para despistar) nos aseguraba que “el número de alumnos por clase no aumenta, se flexibiliza”, siguiendo la tendencia de su partido (quizá tiene que ver con la disciplina interna) de jamás llamar a las cosas por su nombre, aunque a veces –por la boca muere el pez– los pensamientos se desvelen entre las palabras (qué decir de su alocución sobre la “españolización” del alumnado catalán). Claro que primero había asegurado que los idiomas extranjeros se aprendían exactamente igual en España que en los países donde son lengua autóctona, o que el aumento de la ratio de alumnado por aula era positivo para la socialización.

Por su parte, el ministro de Justicia Ruiz-Gallardón, asegura hoy que su cadena perpetua es “menos inhumana” que la pena máxima de 40 años de cárcel. No sabemos si también para despistar, y contra la opinión de juristas de todos los colores políticos que aseguran que es incompatible con la reinserción que consagra nuestro ordenamiento, el proyecto se explica como una “pena indefinida” y no una “pena definitiva”. Me pregunto si realmente el gobierno ha pensado que la ciudadanía está formada por personas inteligentes. O dicho de otra forma para decirlo más claro: si creen que somos imbéciles… teniendo en cuenta que responden a la mayoría de críticas con frases de gran enjundia como: “es una bobada”. La última semana han usado esta profunda explicación –que además desprecia la categoría intelectual de las personas destinatarias– desde Wert a Cospedal pasando por el propio Rajoy, entre otros/as.
 
No sé si ha convencido a alguien pero, quizá porque no consideran el estudio de la historia relevante para la gestión del presente (véase el nuevo proyecto educativo, otra vez Wert), no han aprendido nada de quienes estuvieron en este planeta con anterioridad. Napoleón Bonaparte dijo: “Nunca encarcelaremos a la opinión, y reprimiéndola solo la exacerbamos”. Sugiero que tomen nota en lugar de insultar a quienes expresan su opinión disidente.

Otros individuos de buen vivir obviamente se suben al mismo carro, quizá porque creen que funciona. Javier García de Paredes, ex director general de Novacaixagalicia, acusado de un presunto delito de administración desleal y que cobró antes de irse más de 5 millones de euros de prejubilación (suponemos que por la buena gestión llevada a cabo) asegura que cobró su indemnización por adelantado ¡para ahorrar los intereses a la entidad! Por si no era bastante indecente la forma de retribuirse a sí mismos que han tenido quienes nos han llevado a la actual crisis financiera, parece que además pretenden burlarse de todo del personal. Será que también en este sector nos consideran imbéciles.
 
Bonaparte dijo que “Solo se puede gobernar a un pueblo ofreciéndole un porvenir”.  Alguien debería recordar a quienes nos gobiernan que es un error despreciar a los adversarios. Incluso deberían pensar que también están traicionando a quienes les dieron su confianza. Los poderes actuales no parecen haberlo entendido, aunque sí la ciudadanía: 150 organizaciones de la sociedad civil (la Cumbre Social), con el apoyo de intelectuales y personas de relevancia pública, se están organizando para exigir un referéndum sobre los recortes (yo creo que deberían añadir también la pérdida de derechos que, con la excusa del déficit, se están perdiendo sin debate ni consenso, muchas veces sin relación alguna con la economía). “No se puede concurrir a las elecciones con un programa y gobernar con otro” es el lema elegido.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Saltos en el tiempo



María Dolores de Cospedal, ante las críticas recibidas tras su aparición en el Vaticano con mantilla y peineta, se ha justificado diciendo que guardó el protocolo y que “todo lo demás” le parece “una estupidez”. 

La presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha, que ya nos ha obsequiado con esta imagen en otras ocasiones (estrenó el cargo en una procesión) apareció de esa guisa, junto a la Vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la ceremonia de proclamación de San Juan de Ávila como doctor de la Iglesia, acto que en sí mismo es difícil de encajar en un estado aconfesional como el nuestro. Según Cospedal, para representar adecuadamente a un país “hay que ir adecuadamente vestido”. Se defiende la presidenta en masculino, a pesar de que se refiere a una imagen de alto potencial de feminidad normativa y de mayor potencial simbólico desde el punto de vista político y religioso. Y en la línea del argumentario de su partido, responde a cuestiones de enjundia con desprecio y altanería. 


Será una estupidez para ella pero algunas ciudadanas de a pie nos hemos puesto a temblar. Y por Facebook ya circulan montajes fotográficos que ponen en imagen lo que otras hemos pensado con palabras (les ofrezco algunos en esta entrada, por si no los conocen). Si ir “adecuadamente vestido” es recuperar la mantilla que nuestras abuelas y madres portaron obligadas, como símbolo de sumisión, control y dominio, me pregunto si no estaría bien que, ya que nos aseguran que la igualdad está conseguida, también la porten los representantes del sexo masculino. Eso sí que sería una estupidez que nos ayudaría a entender la gravedad de las imágenes. En la misma foto aparecía el embajador español ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Saénz de Buruaga, a quien seguramente le hubiera sentado como un guante el aditamento. 

La fotografía, al menos desde el punto de vista simbólico, nos retrotrae al nacionalcatolicismo (como han señalado algunos diputados de diferentes partidos políticos) y desde el punto de vista histórico, a la España de los años cincuenta. Es decir, a uno de los periodos de nuestra historia reciente más ominosos para las mujeres. A una España en la que religión y política, de la mano, negaron derechos y oportunidades a casi todas.



Es un hecho que existe una relación directamente proporcional entre el grado de libertad y empoderamiento de las mujeres y el laicismo de los estados. No tienen más que escuchar las noticias. Deberíamos preguntarnos si Cospedal y Santamaría, que son representantes legítimas de todos los españoles, hombres y mujeres, creen representar en ese acto a toda la sociedad. 

Esa imagen de las dos políticas con más poder de decisión y representación de nuestro país da, como poco, miedo. Como nos explicaría nuestras maestras Amelia Valcárcel o Celia Amorós, si la mantilla no está “despolitizada” no podemos portarla como si se tratara una prenda más. Mientras remita a la España más negra que podemos recordar en el pasado reciente, una mujer contemporánea, elegida democráticamente para representar a toda la ciudadanía, no debería aceptar llevarla. A no ser que esté de acuerdo con su significado. Pero esto me da más miedo todavía.

¡Quien ha visto y quien ve a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría! Me gustaría saber lo que opinaría el protocolo vaticano de algunas populares instantáneas de quien entonces estaba en la oposición. La hemeroteca sí que es un objeto mágico que nos permite saltos en el tiempo.


martes, 9 de octubre de 2012

La insoportable realidad política



El último barómetro del CIS señala, como una de las principales preocupaciones de la ciudadanía española, el descontento y la desconfianza respecto a la clase política. Los reiterados incumplimientos de los programas políticos, la demagogia que recorre la mayoría de los discursos y, sobre todo, la lamentable gestión de una crisis que estamos pagando quienes no tuvimos ninguna responsabilidad, han puesto sobre la mesa una desafección que, como país democrático, debería preocuparnos.
Si quienes se dedican a la política son modelos que deberían dar ejemplo, una se pregunta qué niveles de tolerancia existen en nuestra sociedad para que estemos asistiendo a prácticas vergonzosas y vergonzantes, prácticas que, sin duda, nos ayudarán a entender ese divorcio entre la calle y el parlamento. La realidad más reciente nos ofrece un poderoso ejemplo.


José Manuel Castelao, ex Presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior, ha durado en su cargo apenas una semana. Este político con experiencia parlamentaria –al que suponemos iniciado en el arte de la retórica política, promovió –durante una reunión de trabajo– el falseamiento de una votación argumentando que “las leyes son como las mujeres. Están para violarlas”. Alguien debió indicarle que no quedaba otra que dimitir aunque oficialmente lo ha hecho por razones personales y no por su intolerable comentario. 
Existe una cuestión clara: nadie exclama exabruptos puntuales sobre determinados asuntos si su pensamiento no los tolera de alguna manera. Quienes trabajan para mejorar la vida de las personas extranjeras nunca podrán hacer un chiste xenófobo, quienes creen en la igualdad de género jamás usarán frases sexistas, mucho menos en espacios formales y de toma de decisión. Simplemente es imposible porque sus marcos de referencia, los que guían las actuaciones de los individuos, lo hacen incompatible.

Nadie que considere los derechos de las mujeres como equivalentes a los de los varones puede utilizar una insoportable y violenta enunciación como la que escupió el señor Castelao, quizá considerándose muy divertido o inteligente. El lenguaje es el soporte del pensamiento. Excepto cuando hacemos un ejercicio consciente de ocultación de intenciones, cada vez que abrimos la boca nos situamos ante quien escucha. Cuando llegamos a un aula, como es mi caso, y nos dirigimos al alumnado de forma inclusiva, el auditorio nos sitúa rápidamente. Lo mismo ocurre cuando usamos determinadas expresiones o cuando adornamos nuestra oratoria con unos chascarrillos u otros. El lenguaje nunca es inocente, tampoco neutro. Está recorrido por la ideología de quien habla y por su posición en el mundo.

Insisto, nadie que considere a las mujeres como la mitad de la humanidad –con los mismos derechos, con la misma dignidad, puede tener un lapsus linguae de ese tipo porque es incompatible con la inteligencia. No fue un error, fue un ejercicio consciente de misoginia y machismo al que es muy probable que el sujeto esté acostumbrado. Los comentarios que nos resultan intolerables simplemente no forman parte de nuestro pensamiento y mucho menos de nuestro verbo.

Aparte del hecho, realmente preocupante en un político, de la consideración que tiene el señor Castelao sobre la ley que debe regirnos a la totalidad de la ciudadanía –pues, según dijo, no hay porqué respetarla cuando no conviene, es útil pensar sobre el potencial de violencia simbólica que contiene en relación a las mujeres: el desprecio por su capacidad de decisión y autonomía, por su integridad y por su derecho a vivir sin violencia revela en qué sitio se encuentran todavía muchas personas de las que hubiéramos pensado que habían interiorizado la democracia.


La democracia, para algunos y algunas, todavía es un ente abstracto que no incluye a las mujeres en la misma medida. El bochornoso incidente del señor Castelao nos recuerda, a toda la sociedad, que la igualdad no se ha conseguido. Incluso que para algunas personas es bueno no alcanzarla.

Hijas de Beauvoir

Simone de Beauvoir (París 1908-1986), filósofa francesa, es una de las figuras clave del pensamiento contemporáneo, especialmente tras la publicación, en 1949, de su obra El segundo sexo, que se convirtió en la referencia teórica de gran parte del feminismo. Beauvoir reflexionó, entre otras cosas, sobre la identidad femenina, la opresión masculina y las convenciones sociales.



Perteneció a una época en la que la clase intelectual representaba la conciencia de la sociedad, por eso hoy, más que nunca, necesitamos la luz del pensamiento de Beauvoir, en un momento en que aumenta por igual la desigualdad económica y el antifeminismo. En este nuevo siglo asistimos, muchas con perplejidad, al avance de ideas retrógradas, violentas y absolutamente sexistas que quieren convencernos del exceso en el que habríamos incurrido las mujeres en el uso de nuestros derechos, a pesar del "debe" evidente que sigue lastrando la balanza de la igualdad en todo el planeta.

"Todas somos hijas de Beauvoir" dijo la filósofa Alicia H. Puleo en el inicio de una clase a la que asistí hace ya muchos años. De ahí que este blog nos reconozca como sus hijas intelectuales, un blog que nace el día en que cumple años mi madre, una de esas mujeres a las que el sistema les robó casi todo pero que supo convertirse en sí misma.

Escribió Puleo, con ocasión del centenario de su nacimiento: "Reconocer en Beauvoir una filósofa en toda la regla es, pues, una de las tareas actuales de sus "hijas" pensadoras. La otra tarea es dialogar con la obra de Beauvoir. [...] siempre desde el reconocimiento de su inestimable valor, de su coraje, de su inteligencia y de su honestidad.
Hubiera deseado expresar mi agradecimiento a quien fundamentó filosóficamente nuestra libertad, la de todas nosotras, enviándole una carta, como lo hicieron tantas mujeres de todo el mundo hasta su muerte en 1986. Sirvan estas líneas de compensación por ese mensaje que no le envié".

Algunas le hemos dejado nuestro mensaje en París, sobre su sepultura, ahora que parece hacernos más falta que nunca. ¡Si Simone levantara la cabeza en este siglo XXI seguramente no querría creerse que su obra sigue estando de auténtica actualidad tantas décadas después!